viernes, 11 de enero de 2008

VUELTA, MEDIA VUELTA, VUELTA ENTERA

Al volverse lo vio claro: media vuelta más y habría dado la vuelta entera. Volvería a mirar hacia el mismo lado. ¿Qué cambiaría? Serían uno segundos más tarde. Y encima estaría mareado. No tenía mucho sentido, ¿o sí?

Sólo eran unos segundos menos en su vida. Así que probó. Dio la media vuelta restante rápido, sobre un pie y con los ojos abiertos. Casi pierde el equilibrio. De acuerdo, el paisaje era el mismo, pero él lo veía distinto. Más nítido. Se fijó en un par de árboles en los que antes no había reparado y a lo lejos vislumbró una especie de caseta.

Al apoyar el pie para evitar caer el suelo, casi aplasta un pequeño caracol. Lo recordó un momento más tarde y volvió a mirar. Ese pequeño bicho era valiente, había asomado sus cuernos y parecía disponerse a continuar su camino.

De nuevo miró hacia lo que le había parecido una caseta. Allí podría descansar y pensar mejor. Ya renunciaría a su sueño de ver mundo otro día.

1 comentario:

Virginia dijo...

Así me imagino yo la infancia de Bisbal. Un buen día empezó a dar vueltas sin marearse, y mira por dónde, empezó a ver mundo.
Besos