sábado, 26 de enero de 2008

ABEL Y CAÍN




“El señor preguntó a Caín:
-¿Dónde está tu hermano?
Él respondió:
-No lo sé; ¿soy yo acaso el
guardián de mi hermano?”
Gn 4, 9


Caín labraba la tierra con semblante preocupado. Hacía varios días que los pastores habían empezado a bajar del monte. Todos le daban respuestas esquivas cuando les interrogaba por su hermano pequeño. Sospechaba lo peor. Abel estaría ofendiendo al Señor pecando con alguna zagala o embriagándose sin medida. Dos días faltaban para la fiesta mayor, en la que cada casa ofrecía lo mejor de su recto trabajo al Señor y a sus vecinos. Caín había separado los mejores granos de trigo y los más hermosos racimos. Estaba temeroso de que su hermano perdiera los corderos por no vigilar el rebaño. La víspera de la ofrenda, Abel bajó de la montaña y guardó las ovejas. Caín lo encontró ebrio y dijo:
-Desoyes las enseñanzas del Altísimo. Póstrate ante Él y vive buena y rectamente.
-¡Oh, justo y santo Caín! Tan sólo gozo de los dones que el Señor ha querido concederme –rió Abel-. Jóvenes bonitas, aromático vino, hierba mullida y fuerza para proteger mi rebaño.
-Te perderás, Abel. Arrepiéntete a tiempo. Ofrece mañana al Todopoderoso tus siete corderos más tiernos y siente el gozo de compartirlos con los más pobres.
–No soy yo el bienhechor de nadie. Oveja rancia comerán los que duermen bajo techumbre.
-Ve a dormir, Abel. Ojalá el sueño ilumine tu alma.

Caín se recogió en su aposento y oró hasta el alba por los pecados de su hermano. Al amanecer acudió al granero y separó más trigo y uva para la ofrenda. Cuando regresó a su morada, Abel estaba despierto y desayunándose con vino. Caín dijo:
-Es el momento de la entrega al Señor.
-Espero que mi hermano ofrezca suficiente alimento, mis corderos más jóvenes han escapado al monte- contestó el benjamín.
-Piadoso es el Supremo con los descuidos de sus siervos. Lleva mi ofrenda al templo.

Abel marchó y Caín llamó a la puerta de su vecino. Conocía la amistad que le unía a su hermano. Rogando misericordia a Dios, dijo:
-Abel ha recapacitado. Quiere entregar al Justo Padre los siete corderos que han dormido en tu morada-. El vecino se los entregó.

En el templo, Abel llevó al altar sus siete animales con el ceño fruncido. Caín sólo pudo ofrendar el trigo, la uva había sido repartida por Abel entre los pastores. El pueblo alabó la generosidad del menor de los hermanos y vio mal que el mayor no entregara los frutos de su huerto. Caín no abandonó el templo al finalizar la ceremonia. No acudió a la comida ni a la fiesta. Imploró el perdón del Santo Padre por su falso testimonio ante el vecino y por la humildad de su ofrenda. Rogó por la avaricia e insensatez de su hermano. Agotado, salió cabizbajo. Vio entonces a su hermano alejándose del pueblo en compañía de una mujer y se le acercó. La muchacha huyó ocultando su rostro con el manto. Caín susurró:
-Por favor, hermano, no peques hoy.
-¡Déjame tranquilo, Caín! ¿Eres tú acaso mi guardián? -gritó Abel enfurecido. Diciendo esto cogió una gran piedra y la alzó sobre su cabeza mirando con odio a Caín. Sus brazos se quebraron bajo el enorme peso de la piedra, que cayó sobre él partiendo su frente. Caín se derrumbó sobre su hermano y mezcló la sangre que brotaba del cráneo con sus lágrimas como penitencia por no haber logrado salvar su alma a tiempo.

El pueblo acudió al lugar alertado por los gritos de desesperación de Caín. Vieron a Abel muerto con una enorme piedra a su costado y a su hermano ensangrentado y pidiendo perdón al Altísimo.
-Lo ha matado por envidia- gritó un hombre.
-¡Envidioso!- dijo una mujer volviéndose al grupo, -Abel siempre ha sido el más bello, afortunado y bondadoso. Caín le odia.
-¡Merece ser castigado!- pidieron varias voces.
El pueblo cogió piedras y palos y los lanzaron contra Caín, quien las recibió arrodillado y sin oponer resistencia.

“El señor dijo:

- El que mate a Caín será castigado
siete veces.”
Gn 4, 15


(foto encontrada en google, su autoría pertenece a Felipe Mercado)



3 comentarios:

Anónimo dijo...

hola nena!
La primera vez que leí este relato ya te dije que me gusto, y sigue gustandome, de hecho aun lo tengo guardado, es una gran historia, vamos, una historia de proporciones biblicas. No estoy muy puesto en historia y menos aun en religion, pero si el señor dijo que el que mate a cain será castigado, los del pueblo se llevarian su parte no?

y por otra parte yo creo que habria dejado a abel por imposible

mmmmmuak

Wendy dijo...

.Reflexionando.

Mua.

Donato dijo...

Me hicista acordar a Neil Gaiman. Sin dudas me gustó.