viernes, 23 de julio de 2010

MUS

- Envido a chica.


"Y a él, que está con ella, le envidio. Ni siquiera conoce su color favorito, elegí yo su regalo de cumpleaños. Y él no se decidía. Sólo soltaba gracias para impresionar a la dependienta."


- Envido más.


"Claro que me dí cuenta que sabe cómo viste, de qué color se tiñe el pelo y cuál es su color favorito. Le veo seguirla con la mirada cuando se va. Pero no le tengo miedo. Yo la conozco más allá de los colores. Yo adivino sus sinsabores y huelo sus miradas antes de que asomen".


- Paso.


"Debería mandarlo todo a tomar por culo. No pinto nada en ese curro. Todos los findes sirviendo copas para que otros se rían, mientras voy dejando pasar oportunidades de huida"


- Paso.


"Qué risas nos echamos ayer en la plaza. Estar en paro tiene sus ventajas, tiempo ilimitado para hablar de nada. Tengo que buscar trabajo."


- Paso a grande.


"Toda la vida a su sombra. Hoy es ella, pero antes fue el fútbol, el preferido del entrenador. Y la cuadrilla, apuntándose a todos sus planes. Pero esta partida la ganaré yo"


- Paso.


"Si ella fuera capaz de verme más allá de mis chistes, mis entrenamientos y mi mal humor…"


- Envido a grande.


"Hoy empiezo. Le preguntaré a la profesora del curso a qué empresas puedo echar currículum. Voy a salir de ese antro."


- Quiero.


"¿Que si quiero o que si tengo? Jajajajajaja"


- Pares no.


"Bastantes pares tengo que aguantar. Pero yo siempre llevo nones"


- Pares sí.


"Dos sotas que un día serán dos reyes. Volaremos."


- Pares sí.


"¿Y si la profesora se ríe de mí? Igual ni sabe mi nombre, siempre en la última fila, callandito. Un alumno más. ¿A dónde voy con dos cuatros?"


- Pares no.


"Menos mal que me han levantado estos de la siesta. Este patxarán no lo había catado yo."


- Te toca.


"Joder, está alelado."


- Órdago a pares.


"A ver si os callo la boca a todos".


- No quiero.


"No sé si aguantaré otra vez los "ya te llamaremos" de las entrevistas. Pero no hay otra opción".


- ¿Punto?


"Sí, está siendo una buena época, pero ya está. A buscar curro con fuerzas renovadas. Y esa chiquilla, esa chiquilla…"


- Punto sí.


"Creo que me iré unos días a la casa de Salou. Allí nadie me tocará las narices."


- También.


"Le voy a proponer unas vacaciones. ¿Este nos dejará su casa de Salou? Mejor ni se la pido. Un camping estará bien"


- No.


"Bah! Me lo pienso todo esta semana. Ya decidiré qué hago"


- Sí.


"Montaré una cenica de despedida de estos meses sabáticos. Unas risas con los colegas siempre son un buen final.


- Órdago.


"Voy de mano y tengo la una"


- Quiero.


"A ver quién los tiene bien puestos aquí."


- Vuelvo a ganar.


"Como siempre, ganando al mus. Mi último reducto"


- Vamos a echar una cañas.


"A ver si así se le pasa la mala ostia al señorito. ¡Ni ganando!


- Pero vamos al Txoko.


- ¡Dale, primo!


"Otra tarde perfecta. A ver si está la chiquilla"

miércoles, 21 de julio de 2010

Como en las mejores familias.

Pasa en las mejores familias. También en aquellas unidas por lazos más fuertes que la sangre.
Un día el primo con el que compartiste carreras, heridas e infancia crece y sólo sabe hablar de economía. Aquella tía que siempre te escuchaba y que te consolaba cuando llorabas tiene unos hijos que cuidar, un pan que ganarse y le faltan preguntas y miradas. Tú abuela tiene otros nietos preferidos y ya no cocina aquellos postres que sin saber por qué os hacían reír a todos. Los hijos pródigos han vuelto, ocupan más sitio y son los únicos que siguen abrazando. Faltan aquellos que se han convertido en tabú, pero el hueco de sus fotografías sigue visible en la pared.
Mamá es hermana de, hija de, mujer de, amiga de. Y nosotros somos los hijos de, los amigos de, los primos de. Los nombres desaparecen. Los apellidos se mezclan. Las rutinas cambian. Las penas se silencian. Las alegrías dejan de compartirse.
Ya no es nuestra familia, es una familia más, con sus habas cocidas, sus riñas, sus cariños, sus niños y sus carantoñas, pero una familia más, si mañana caemos en otra apenas notaremos la diferencia.
Hay quien en ese momento decide formar una familia que décadas después sufrirá el mismo tipo de descomposición, de única a común. Pero la ilusión del principio no deja verlo.
Hay quien se rinde. Quien se da cuenta que todo es un círculo vicioso, que cada familia está condenada a ser una más, igual que todos lo somos. Todos tan especiales que no nos distinguimos. Comunes. Habituales. Familiares.