- Entonces, ¿cómo podemos saber que esto no es un sueño? —decía Ana.
La pregunta que llevaba años esperando que le hicieran. ¿Sabía contestarla? Había escrito su tesis basándose en ella, aún seguía investigando, conocía la respuesta aunque no pudiera demostrarla.
Y ahí estaba ella. Un terremoto provocando fisuras en su mayor convencimiento.
Esos ojos llenos de vida, vestidos de picardía para ocultar la más pura inocencia. Los labios entreabiertos, queriendo beberse sus palabras. Unas palabras que se atascaron en un guiño.
- Pellízcate – contestó don Alberto.
3 comentarios:
dios mio cuanta razón en tan pocas palabras!!!!yo no sé si es un sueño o no, me pellizco pero no encuentro respuesta...
conformémonos con vivirlo que no es poco!!!!
bsitos!
y vivir, vivir, vivir
por cierto, quién eres? no me deja acceder a tu perfil
besitos para ti tb
Mejor no pellizcarse, no vaya a ser que nos despertemos y nos encontremos con la cruda realidad.
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