jueves, 13 de septiembre de 2007

Batallando

Sabía que tenía que pensar en positivo, sabía que tenía que relajarse, nada debería afectarle, y menos podía cambiarle el humor la falta de algo que necesitara, pues no debería necesitar nada, debería ser autosuficiente. Así se lo habían enseñado en la Academia Militar. Fortaleza, optimismo, voluntad, lucha... Pero a ella no le salía bien, no sabía despreocuparse de los detalles, las pequeñas nimiedades le venían grandes. Estaba más acostumbrada a identificar un grave problema, averiguar la solución, llevarla a la práctica en un espacio corto de tiempo y despreocuparse. Era capaz de matar a un enemigo en un segundo, con un tiro certero en la sien, volver a reanimar a su compañero caído y conciliar el sueño sin problemas al llegar al campamento. Pero lo difuso la sacaba de quicio, necesitaba definir conceptos, incluido el tiempo de duración. Estaba claro que la vida no era una batalla, era una guerra con enemigos que se convertían en aliados y traidores en el cuerpo, sin una fecha conocida de la firma del tratado de paz, sin el arma adecuada para cada momento, sin el mismo rancho todos los días que te asegura que ganes o pierdas seguirás comiendo mientras sigas vivo. Pero esta era su verdadera guerra y tendría que aprender a ser estratega y dejar atrás a la soldado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hacia mucho que no veía tu blog y me ha dado por comentar casi todo lo que leo. Esta historia, aunque camuflada me suena mucho... Comenzaremos algún día a hablar en primera persona, hermanita? o quizá es una forma de verlo dede fuera? no sé de qué va el relato, pero me sugiere este tipo de ideas.

Mil besotes wapa.